Cualquiera podría decir que una habanera es cosa ajena en un danzante: nada más lejos de la realidad. Este tipo de ritmos se pusieron de moda en nuestras tierras a finales del siglo XIX, en tiempos de la guerra de Cuba, traídos del Caribe (cf. Las zarzuelas de Chueca o Los sobrinos del capitán Grant de Caballero). |